Los Miserables - Parte 1

Después, levantando su rostro cordial y francamente alegre, iluminado por el resplandor del fuego, añadió:

- Veamos: ¿qué hay? ¿Qué sucede? ¿Nos amenaza algún peligro?

Entonces la señora Magloire comenzó de nuevo su historia, exagerándola un poco sin querer y sin advertirlo. Decíase que un gitano, un desarrapado, una especie de mendigo peligroso, se hallaba en la ciudad. Había tratado de quedarse en la posada, donde no se le quiso recibir. Se le había visto vagar por las calles al obscurecer. Era un hombre de aspecto terrible, con un morral y un bastón.

- ¿De veras? -dijo el obispo.

- Y como monseñor nunca pone llave a la puerta y tiene la costumbre de permitir siempre que entre cualquiera…

En ese momento se oyó llamar a la puerta con violencia.

- ¡Adelante! -dijo el obispo.

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