La señorita Juliana TESMAN, con sombrero y sombrilla, entra del vestíbulo, seguida de BERTA, que lleva un ramo de flores envuelto en papel. La SEÑORITA TESMAN es una buena señora de apariencia apacible y unos sesenta y cinco años. Pulcra y sencillamente vestida con un traje de calle gris. BERTA es una criada entrada en años, de aspecto simple y algo campesino.
SEÑORITA TESMAN (Se detiene ante la puerta, escucha y dice en voz baja.)
¡Vaya, no creo que se hayan levantado aún!
BERTA (En igual tono.)
Ya lo dije, señorita. Imagínese…, con lo tarde que llegó el barco anoche. ¡Y después! Dios mío… la de cosas que desempaquetó la señora antes de irse a la cama.
SEÑORITA TESMAN
Bueno… dejémosles que descansen. Pero el aire fresco de la mañana les hará bien cuando vengan.
(Se dirige a la puerta de cristales y la abre de par en par.)
BERTA (Junto a la mesa, perpleja, con el ramo en la mano.)
La verdad es que no hay un palmo libre. Voy a ponerlas aquí, señorita. (Coloca el ramo sobre el piano.)
SEÑORITA TESMAN
Así es que ahora tienes nueva señora, querida Berta. Dios sabe lo que he sentido al perderte.