El Proceso

EN LA SALA DE SESIONES

EL ESTUDIANTE

LAS OFICINAS DEL JUZGADO

Durante la semana siguiente K esperó día tras día una notificación: no podía creer que hubieran tomado literalmente su renuncia a ser interrogado y, al llegar el sábado por la noche y no recibir nada, su puso que había sido citado tácitamente en la misma casa y a la misma hora. Así pues, el domingo se puso en camino, pero esta vez fue directamente, sin perderse por las escaleras y pasillos; algunas personas que se acordaban de él le saludaron, pero ya no tuvo que preguntarle a nadie y encontró pronto la puerta correcta. Le abrieron inmediatamente después de llamar y, sin ni siquiera mirar a la mujer de la otra vez, que permaneció al lado de la puerta, quiso entrar en seguida a la habitación contigua.

Hoy no hay sesión dijo la mujer.

¿Por qué no? preguntó K sin creérselo. Pero la mujer le convenció al abrir la puerta de la sala. Realmente estaba vacía y en ese estado se mostraba aún más deplorable que el último domingo. Sobre la mesa, que seguía situada sobre la tarima, había algunos libros.

¿Puedo mirar los libros? preguntó K, no por mera curiosidad, sino sólo para aprovechar su estancia allí.

No dijo la mujer, y cerró la puerta. No está permitido. Los libros pertenecen al juez instructor.

eXTReMe Tracker