Crítica de la Razón Práctica

Aquí entra en juego un concepto de causalidad que, pese a no ser susceptible de una exposición empírica, se ve acreditado por la Crítica de la razón pura, cual es el concepto de libertad. Y, si ahora diéramos en descubrir razones para demostrar que tal cualidad pertenece de hecho a la voluntad humana (e igualmente a la voluntad de cualesquiera entes racionales), no sólo quedaría probado merced a ello que la razón pura puede ser práctica, sino que ella sola —y no la razón acotada empíricamente— sería práctica de modo incondicional. Por lo tanto, no habremos de elaborar una crítica de la razón pura práctica, sino de<Ak. V, 16> la razón práctica \ en general. Pues, tras haberse evidenciado que dicha razón pura existe, ésta no precisa de crítica alguna. Ella misma entraña la pauta para[A 31] criticar todo su uso. En I suma, la Crítica de la razón práctica asume por lo tanto una tarea y ésta no consiste sino en arrebatarle a la razón empíricamente condicionada su jactancia de pretender proporcionar con total exclusividad el fundamento que determine la voluntad. El uso de la razón pura es el único inmanente, una vez que haya quedado establecida su existencia; en cambio ese uso empíricamente condicionado que presume de ser autocrático es transcendente, pues se traduce en exigencias y mandatos que transcienden totalmente su dominio, lo cual supone justamente la relación inversa de cuanto podía decirse sobre la razón pura en el uso especulativo.

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