Historia natural y teoria general del cielo

CAPÍTULO VIII PRUEBA GENERAL DE LA EXACTITUD DE UNA TEORÍA MECÁNICA, DEL ORDEN UNIVERSAL EN GENERAL, Y ESPECIALMENTE DE LA CERTEZA CON RESPECTO A LA PRESENTE TEORÍA

No se puede mirar el edificio universal sin reconocer el perfecto ordenamiento en su instalación y las seguras señales de la mano de Dios en la perfección de sus relaciones. Después de haber considerado y admirado tanta belleza, tanta perfección, la razón se indigna con justo motivo de la audaz estupidez que se atreve a atribuir todo ello a la casualidad y a un feliz azar. La más alta sabiduría debe haber hecho el proyecto y un poder ilimitado debe haberlo ejecutado, si no sería imposible encontrar en la constitución del edificio universal tantos designios coincidentes en un mismo fin. Lo único que queda por resolver es si el proyecto de la institución del universo ya ha sido colocado por la máxima sabiduría dentro de las determinaciones esenciales de las naturalezas eternas e implantado en las leyes generales del movimiento para que se desarrollen de ellas libremente de una manera conveniente al más perfecto orden, o si las calidades de las partes integrantes del mundo tienen incapacidad total para coincidir y ni la más mínima relación para unirse, necesitando absolutamente una mano ajena para llegar a aquella limitación y coordinación que permite ver la perfección y belleza en sí. Un prejuicio casi general ha predispuesto a la mayoría de los filósofos contra la capacidad de la naturaleza de producir algo bueno por medio de sus leyes generales, como sí significase disputar a Dios el gobierno del mundo al buscar las formaciones primordiales en las fuerzas naturales y como si éstas formasen un principio independiente de la deidad y un destino eternamente ciego.

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