El Fantasma de la Ópera

—Pronto iremos más lejos y más de prisa que las nubes, hasta el confín del mundo, y después me abandonará, Raoul. Pero si, llegado para usted el momento de raptarme, yo me negara a seguirlo, entonces, Raoul, usted deberá raptarme.

Con qué fuerza, que parecía dirigida contra ella misma, pronunció estas palabras, mientras se apretaba nerviosamente a él. El joven quedó sorprendido.

—¿Teme, pues, cambiar de opinión, Christine?

—¡No sé! —dijo moviendo extrañamente la cabeza—. ¡Es un demonio!

Y se estremeció. Se acurrucó entre los brazos de Raoul, con un gemido.

—¡Ahora me da miedo volver a vivir con él…! ¡bajo tierra!

—¿Y quién la obliga a volver, Christine?

—¡Si no vuelvo a su lado pueden suceder grandes desgracias!… ¡Pero ya no puedo más! ¡No puedo más!… Ya sé que hay que compadecer a las personas que viven «bajo tierra». ¡Pero esto es demasiado horrible! Y, sin embargo, se acerca el momento. Ya no me queda más que un día. Si no voy, él vendrá a buscarme con su voz. Me arrastrará con él a su casa, bajo tierra, y se arrodillará ante mí, ¡con su calavera! ¡Me dirá que me ama! ¡Y llorará! ¡Oh, Raoul, si viera sus lágrimas en los dos huecos oscuros de su calavera! ¡No puedo volver a ver esas lágrimas!

eXTReMe Tracker