El Fantasma de la Ópera

—Te juro por mi alma que no los tengo… —suspira Moncharmin que parece a punto de desfallecer.

Y, como llamaban otra vez a la puerta, fue a abrirla con paso casi automático, pareciendo no reconocer al administrador Mercier e intercambiando con él algunas frases sin importancia, sin comprender nada de lo que el otro le decía, dejando por fin con gesto inconsciente en la mano de aquel fiel servidor asombrado, el imperdible que ya no podía servirle para nada…












eXTReMe Tracker