El Fantasma de la Ópera

Y el haz de luz de la linterna bajó a lo largo del muro hasta llegar al suelo.

El Persa se agachó y recogió una cosa, una especie de hilo que examinó unos segundos y que luego arrojó con horror.

—¡El lazo del Pendjab![29] —murmuró.

—¿Qué es? —preguntó Raoul.

—Podría ser la soga del ahorcado que tanto han buscado —respondió el Persa, estremeciéndose.

De pronto, presa de una nueva ansiedad, paseó el pequeño disco rojo de su linterna por las paredes… Iluminó, extraño hecho, un tronco de árbol que parecía aún vivo con sus hojas y todo… Las ramas de aquel árbol subían a lo largo de la pared y se perdían en el techo.

Debido a la pequeñez del disco luminoso, al principio resultaba difícil darse cuenta de las cosas… Había un montón de ramas, y luego una hoja…, y otra más…, y al lado no se veía nada de nada,… solamente el haz de luz que parecía reflejarse a sí mismo… Raoul deslizó la mano sobre aquello, sobre aquel reflejo…

—¡Mire… —dijo—, la pared es un espejo!

—¡Sí, un espejo! —dijo el Persa con profunda emoción. Y añadió, pasándose la mano que sujetaba la pistola por la frente sudorosa:

—¡Hemos ido a caer en la cámara de los suplicios!

eXTReMe Tracker