El Príncipe

Me había propuesto no salir de los ejemplos italianos y recientes; pero no quiero olvidarme de Hierón de Siracusa, ya que en otra parte lo he citado. Convertido, como expliqué, en jefe de los ejércitos de Siracusa, advirtió en seguida de la inutilidad de las milicias mercenarias, cuyos jefes tenían los mismos defectos que nuestros italianos; y como no creía conveniente conservarlas ni licenciarlas, eliminó a sus jefes. E hizo la guerra con sus tropas y no con las ajenas. Quiero también recordar un episodio del Viejo Testamento que viene muy al caso. Ofreciéndose David a Saúl para combatir a Goliat, provocador filisteo, Saúl, para darle valor, lo armó con sus armas; pero una vez que se vio cargado con éstas, David las rechazó, diciendo que con ellas no podría sacar partido de sí mismo y que prefería ir al encuentro del enemigo con su honda y su cuchillo.








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