Ambos se quedaron en silencio, midiendo el peso de sus palabras, la tensión palpable entre ellos. Era una batalla silenciosa, una guerra declarada que ninguno parecÃa querer detener.
La relación entre Noah y Nick habÃa cruzado ya todos los lÃmites, atrapándolos en un juego que ambos sabÃan que solo podrÃa terminar mal. Pero los secretos de Nick —sombras que él preferÃa esconder— seguÃan empujándolo a mantener distancia. Cada vez que intentaba apartarse, cada vez que dejaba que el silencio entre ellos volviera a ocupar el espacio, Noah parecÃa encontrarlo, como si algo invisible y feroz los uniera.
Una noche, una tormenta estalló sobre la mansión, golpeando los ventanales y oscureciendo los corredores. Noah, furiosa tras otra de esas discusiones que siempre parecÃan arrastrarlos al mismo abismo, lo buscó hasta encontrarlo en el garaje. Estaba empapada, el cabello pegado a su rostro y la piel frÃa como el mármol. Nick, en la penumbra, la miró con una mezcla de desafÃo y dolor, sus manos apretadas sobre el capó de su auto como si fueran lo único que le quedaba en pie.
—¿Vas a seguir huyendo, Nick? —le lanzó ella, el desafÃo en su voz apenas cubriendo la vulnerabilidad que sentÃa.