Ana de las Tejas Verdes

El triunfo de Josie Pye fue más aclamado de lo que permitía el buen gusto. Ana Shirley la desafió a que caminara a lo largo de la parte superior de la valla que limitaba el jardín por el este. Ahora bien, “caminar” por el borde de una cerca requiere más destreza y estabilidad de las que le parecían necesarias a quien nunca lo ha intentado. Pero Josie Pye, si bien le faltaban otras cualidades que hubieran contribuido a hacerla popular, tenía, por lo menos, una facilidad natural e innata, debidamente cultivada, para caminar sobre vallas. Josie caminó sobre la valla de los Barry con un aire de indiferencia que parecía significar que una cosita así no merecía ser un “desafío”. Su hazaña fue recibida con renuente admiración; la mayoría de las niñas podían apreciarla dados los inconvenientes que sufrieran al intentar la hazaña. Josie descendió sonrojada por la satisfacción y dirigió a Ana una desafiante mirada.

Ana sacudió sus trenzas rojas.

- No creo que sea algo tan maravilloso el caminar por una pequeña valla baja – dijo –. Yo conocía una niña en Marysville que podía caminar por la cresta de un tejado.

- No lo creo – dijo Josie llanamente –. No creo que nadie pueda hacerlo. Al menos, tú no puedes.

- ¿Que no puedo? – gritó Ana temerariamente.

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