Ana la miró con repentino interés.
- Oh, Marilla... ¿Y qué pasó...? ¿Por qué no...?.
- Tuvimos una disputa. No lo perdoné cuando me lo rogó. Tenía intención de hacerlo, después de un tiempo; pero estaba malhumorada y enfadada y quería castigarlo primero.
Él nunca regresó; los Blythe son muy orgullosos. Pero siempre me sentí... algo triste.
Pensaba que me hubiera gustado haberle perdonado cuando tuve la oportunidad de hacerlo.
- De manera que también ha habido algo de romance en su vida – dijo Ana suavemente.
- Sí, supongo que puedes llamarlo así. No lo hubieras pensado al verme, ¿no es cierto?
Pero nunca debes comentarlo con gentes de fuera. Todos han olvidado lo que hubo entre John y yo. Y yo también. Pero lo recordé cuando vi a Gilbert el domingo pasado.
El recodo del camino
Marilla fue a la ciudad al día siguiente, regresando al atardecer. Ana había ido a “La Cuesta del Huerto” y regresó para encontrar a Marilla en la cocina, sentada frente a la mesa, con la cabeza apoyada en la mano. Nunca había visto a Marilla tan quieta.
- ¿Está muy cansada, Marilla?.