Ana de las Tejas Verdes

Matthew asintió y miró a la niña pensativamente. Marilla interpretó la mirada y dijo secamente:

- Voy a ir hasta White Sands para arreglar esto. Llevaré a Ana conmigo, y la señora Spencer arreglará las cosas para mandarla de regreso a Nueva Escocia de inmediato. Te dejaré preparado el té y estaré de regreso para ordeñar las vacas.

Tampoco ahora dijo nada Matthew, y Marilla tuvo la sensación de haber gastado palabras y aliento. No hay cosa más irritante que un hombre que no contesta, salvo una mujer que tampoco lo hace.

A su debido tiempo, Matthew enganchó la yegua al coche y Ana y Marilla partieron.

Matthew abrió el portón y mientras cruzaba despacio, dijo, aparentemente sin dirigirse a nadie en particular:

- El pequeño Jerry Boute, de la Caleta, estuvo aquí esta mañana y le dije que espero emplearle para el verano.

Marilla no contestó, pero dio tal latigazo a la desdichada yegua, que ésta, poco acostumbrada a tales tratos, echó a andar por el sendero a una velocidad alarmante. Marilla miró hacia atrás y vio al irritante Matthew apoyado en el portón, mirándolas pensativamente.

CAPÍTULO CINCO

La historia de Ana

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