El naufragio del Titán

CAPÍTULO XVI

A la mañana siguiente, un hombre con un solo brazo encontró en el muelle un viejo anzuelo y unos trozos de cuerda; los anudó, puso algo de cebo y pescó un pez. Hambriento y sin fuego para cocinar, lo negoció con un cocinero del puerto por una comida, y antes de que anocheciera ya había pescado dos peces más. Uno lo cambió por comida y el otro lo vendió. Durmió bajo los muelles —sin pagar alquiler—, pescó, vendió y usó los peces como moneda de cambio durante un mes. Entonces se compró un traje de segunda mano y contrató los servicios de un barbero. Su nuevo aspecto indujo a un jefe de estibadores a contratarlo para contar la carga, lo que era más lucrativo que la pesca y con el tiempo le permitió comprarse un sombrero, un par de zapatos y un abrigo. Entonces alquiló una habitación y pudo dormir en una cama. Poco tiempo después encontró trabajo enviando sobres en una compañía de correos, donde la calidad y rapidez de su escritura le aseguró un empleo estable. Al cabo de unos meses pudo pedir a sus jefes que avalaran su solicitud para presentarse a un examen de la Administración pública. Se le concedió ese favor, aprobó fácilmente el examen y siguió enviando sobres mientras esperaba el resultado. Entretanto se compró ropa nueva y de mejor calidad, y no pareció tener ninguna dificultad en impresionar a todos cuantos le conocieron por su carácter caballeroso. Dos años después del examen fue elegido para ocupar un cargo muy bien remunerado en la Administración, y cuando se sentó en el escritorio de su oficina, pudo oírsele decir: «Ahora, John Rowland, eres dueño de tu futuro. En el pasado has sufrido simplemente por dar más importancia de la debida al whisky y a las mujeres».

eXTReMe Tracker