Robertson declaró durante toda su vida que su inspiración venía de un «colaborador astral», para utilizar sus propias palabras, es decir, de un espíritu que le guiaba e inspiraba sus trabajos literarios. Esta es la única respuesta que daba para explicar estas coincidencias extraordinarias entre la ficción y la realidad. A pesar de la reedición de su obra, no recoge los frutos de su sorprendente premonición después del naufragio del Titanic, ya que los lectores prefieren conocer los detalles sensacionales de la investigación en vez de la ficción, aunque esté marcada por un extraño sello.