Así habló Zaratustra

De la chusma

La vida es un manantial de placer; pero donde la chusma va a beber con los demás, allí todos los pozos quedan envenenados.

Por todo lo limpio siento inclinación; pero no soporto ver los hocicos de mofa y la sed de los impuros.

Han lanzado sus ojos al fondo del pozo: ahora me sube del pozo el reflejo de su repugnante sonrisa.

El agua santa la han envenenado con su lascivia; y como llamaron placer a sus sucios sueños, han envenenado incluso las palabras.

Se enfada la llama cuando ellos ponen al fuego sus húmedos corazones; también el espíritu borbotea y humea cuando la chusma se acerca al fuego.

Dulzona y excesivamente blanda se pone en su mano la fruta: al árbol frutal su mirada lo vuelve fácil de desgajar por el viento y le seca el ramaje.

Y más de uno que se apartó de la vida se apartó tan sólo de la chusma: no quería compartir pozo y llama y fruta con la chusma.

Y más de uno que se marchó al desierto y padeció sed con los animales rapaces únicamente quería no sentarse con camelleros sucios en torno a la cisterna.

Y más de uno que vino como aniquilador y como granizada para todos los campos de frutos sólo quería meter su pie en la boca de la chusma y así tapar su gaznate.

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