Así habló Zaratustra

Así habló Zaratustra

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De la bienaventuranza no querida[289]

Con tales enigmas y amarguras en el corazón cruzó Zaratustra el mar. Mas cuando estuvo a cuatro días de viaje de las islas afortunadas y de sus amigos, había superado todo su dolor –: victorioso y con pies firmes se hallaba erguido de nuevo sobre su destino. Y entonces Zaratustra habló así a su conciencia jubilosa:

Solo estoy de nuevo, y quiero estarlo, solo con el cielo puro y el mar libre; y de nuevo me rodea la tarde.

En una tarde encontré por vez primera en otro tiempo a mis amigos, en una tarde también la vez segunda[290]: – en la hora en que toda luz se vuelve más silenciosa.

Pues lo que de felicidad se encuentra aún en camino entre el cielo y la tierra, eso búscase como asilo un alma luminosa: a causa de la felicidad se ha vuelto toda luz más silenciosa ahora.

¡Oh tarde de mi vida! En otro tiempo también mi felicidad descendió al valle para buscarse un asilo: allí encontró esas almas abiertas y hospitalarias.

¡Oh tarde de mi vida! ¡Qué no he entregado yo a cambio de tener una sola cosa: este viviente plantel de mis pensamientos y esta luz matinal de mi más alta esperanza!

Compañeros de viaje buscó en otro tiempo el creador, e hijos de su esperanza: y ocurrió que no pudo encontrarlos, a no ser que él mismo los crease.


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