Así habló Zaratustra

Y si vuestra dureza no quiere levantar chispas y cortar y sajar: ¿cómo podríais algún día – crear conmigo?

Los creadores son duros, en efecto. Y bienaventuranza tiene que pareceros el imprimir vuestra mano sobre milenios como si fuesen cera, –

– bienaventuranza, escribir sobre la voluntad de milenios como sobre bronce, – más duros que el bronce, más nobles que el bronce. Sólo lo totalmente duro es lo más noble de todo.

Esta nueva tabla, oh hermanos míos, coloco yo sobre vosotros: ¡endureceos! –[410]

30

¡Oh tú voluntad mía! ¡Tú viraje de toda necesidad, tú necesidad mía![411] ¡Presérvame de todas las victorias pequeñas!

¡Tú providencia de mi alma, que yo llamo destino! ¡Tú que estás dentro de mí! ¡Tú que estás encima de mí! ¡Presérvame y resérvame para un gran destino![412]

Y tu última grandeza, voluntad mía, resérvatela para tu último instante, – ¡para ser inexorable en tu victoria! ¡Ay, quién no ha sucumbido a su victoria!

¡Ay, a quién no se le oscurecieron los ojos en ese crepúsculo ebrio! ¡Ay, a quién no le vaciló el pie y desaprendió, en la victoria, – a estar de pie! –

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