Así habló Zaratustra

Los siete sellos (O: La canción «Sí y Amén»)[433]

1

Si yo soy un adivino y estoy lleno de aquel espíritu vaticinador que camina sobre una elevada cresta entre dos mares, –

que camina como una pesada nube entre lo pasado y lo futuro[434], – hostil a las hondonadas sofocantes y a todo lo que está cansado y no es capaz ni de vivir ni de morir:

dispuesta en su oscuro seno a lanzar el rayo y el redentor resplandor, grávida de rayos que dicen ¡sí!, ríen ¡sí!, dispuesta a lanzar vaticinadores resplandores fulgurantes: –

– ¡bienaventurado el que está grávido de tales cosas! ¡Y, en verdad, mucho tiempo tiene que estar suspendido de la montaña, cual una mala borrasca, quien alguna vez debe encender la luz del futuro! –

Oh, cómo no iba yo a anhelar la eternidad y el nupcial anillo de los anillos, – ¡el anillo del retorno!

Nunca encontré todavía la mujer de quien quisiera tener hijos, a no ser esta mujer a quien yo amo: ¡pues yo te amo, oh eternidad!

¡Pues yo te amo, oh eternidad!

2

Si alguna vez mi cólera destrozó sepulcros, desplazó mojones e hizo rodar viejas tablas, ya rotas, a profundidades cortadas a pico:

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