Así habló Zaratustra

Así habló Zaratustra

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La canción del noctámbulo[579]

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Entretanto todos, uno detrás de otro, habían ido saliendo fuera, al aire libre y a la fresca y pensativa noche; Zaratustra mismo llevó de la mano al más feo de los hombres para mostrarle su mundo nocturno y la gran luna redonda y las plateadas cascadas que había junto a su caverna. Al fin se detuvieron unos junto a otros, todos ellos gente vieja, mas con un corazón valiente y consolado, y admirados en su interior de sentirse tan bien en la tierra; y la quietud de la noche se adentraba cada vez más en su corazón. Y de nuevo pensó Zaratustra dentro de sí: «¡Oh, cómo me agradan ahora estos hombres superiores!» – pero no lo expresó, pues honraba su felicidad y su silencio.–

Mas entonces ocurrió la cosa más asombrosa de aquel asombroso y largo día: el más feo de los hombres comenzó de nuevo, y por última vez, a gorgotear y a resoplar[580], y cuando consiguió hablar, una pregunta saltó, redonda y pura, de su boca, una pregunta buena, profunda, clara, que hizo agitarse dentro del cuerpo el corazón de todos los que le escuchaban.

«Amigos míos todos, dijo el más feo de los hombres, ¿qué os parece? Gracias a este día – yo estoy por primera vez contento de haber vivido mi vida entera.

Y no me basta con atestiguar esto. Merece la pena vivir en la tierra: un solo día, una sola fiesta con Zaratustra me ha enseñado a amar la tierra.


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