Así habló Zaratustra

Pero no estoy así durante mucho tiempo: en seguida me acuesto. –

Mientras Zaratustra oía hablar así a aquel sabio se reía en su corazón: pues una luz había aparecido entretanto en su horizonte. Y habló así a su corazón:

Un necio es para mí este sabio con sus cuarenta pensamientos: pero yo creo que entiende bien de dormir.

¡Feliz quien habite en la cercanía de este sabio! Semejante dormir se contagia, aun a través de un espeso muro se contagia.

Un hechizo mora también en su cátedra. Y no en vano se han sentado los jóvenes ante el predicador de la virtud.

Su sabiduría dice: velar para dormir bien. Y en verdad, si la vida careciese de sentido y yo tuviera que elegir un sinsentido, éste sería para mí el sinsentido más digno de que se lo eligiese.

Ahora comprendo claramente lo que en otro tiempo se buscaba ante todo cuando se buscaban maestros de virtud. ¡Buen dormir es lo que se buscaba, y, para ello, virtudes que fueran como adormideras!

Para todos estos alabados sabios de las cátedras era sabiduría el dormir sin soñar[46]: no conocían mejor sentido de la vida.

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