¿Quién me da calor, quién me ama todavía?
¡Dadme manos cálidas!
¡Dadme un anafre para el corazón!
Tendida, estremecida,
como un medio-muerto a quien calientan los pies,
agitada ¡ay! por fiebres desconocidas,
temblando ante afiladas flechas de hielo,
acosada por ti ¡pensamiento!
¡innombrable! ¡oculto! ¡atroz!
¡cazador tras las nubes!
Hundida por tu rayo,
ojo malicioso que me mira en la oscuridad.
Así yazgo,
me encojo, me retuerzo, atormentada
por todos los martirios eternos,
herida por ti,
el más cruel cazador,
dios desconocido… 127 >>
¡Lastima más adentro!
¡Lastima de nuevo!
¡Hiere, hiere este corazón!
¿Qué es este martirio
de flechas afiladas como dientes?
¿Qué miras de nuevo
sin fatigarte ante el dolor humano,
con maliciosos ojos-de-rayo-de-dios?