Los dÃas se tornaron más cálidos y hasta las noches se hicieron tolerablemente tibias. En el cerezo marcado por las balas que habÃa frente a nuestro parapeto comenzaron a formarse apretados racimos de cerezas. Bañarse en el rÃo dejó de ser una tortura y se convirtió casi en un placer. Rosas silvestres de grandes capullos rosados surgÃan de los hoyos dejados por las bombas alrededor de Torre Fabián. Detrás de la lÃnea veÃamos campesinos que llevaban flores silvestres en la oreja. Al anochecer; solÃan salir con redes verdes a cazar perdices. Extienden la red a una cierta altura sobre la hierba y luego se echan a imitar el grito de la perdiz hembra. Cualquier macho que lo oye acude sin tardanza; cuando están debajo de la red, arrojan una piedra para asustarlos, ante lo cual pegan un salto y quedan atrapados en aquélla. Aparentemente sólo cazaban machos, lo cual me pareció injusto.