Centellitas
La conversación prorrumpió con ciertas observaciones, entre encomiásticas y crÃticas, que hizo el Duque a la lista de platos. Sin meterse en si es o no elegante consultar esa cartulina —golosos y glotones de altÃsima escuela afirman que conocer la lista de antemano es cohibir el ensueño gastronómico y además poner en duda la infalibilidad del jefe—, don Gaspar nunca perdonaba el menú: servÃale de guÃa para hacer ciertas concesiones al método que los facultativos le mandaban seguir, temerosos de que la gota subiese de las extremidades a los focos de la vida. Cuando se quejaba —con efusión y verbosidad de egoÃsta, que impone a los demás lo que a él solo interesa—, don Servando Tranquilo, siempre chancero, citaba con énfasis:
Ya me comen, ya me comen
por do más pecado habÃa…