Frontera
Al divisar desde lejos el rÃo, cuya corriente separa la tierra francesa de la española, Pedro, de pechos en la ventanilla, experimentó extraordinario impulso de júbilo insensato, un rapto, un vértigo. Desde Bayona presentÃa la emoción, latente en el alma. ¡El momento de cruzar la frontera…! ¡España por fin!… Asà y todo, se sorprendió de la violencia de aquel Ãmpetu, y procuró dominarse, pues le venÃan ganas de saltar del coche, de besar el suelo, de llorar y de reÃr, todo junto.