El martes en la madrugada
ESTA NOCHE, es noche de velar tía Clara, y era noche de dormir yo. Pero yo, en lugar de dormir, estoy despierta sin asomos de sueño.
Y es que como si fuese otro enfermo muy grave, tengo encerrado en el alma un inmenso sobresalto, que esta noche también me tiene en vela. Hace unas horas, era tan grande el sobresalto, que, por ver si lo espantaba un poco, me levanté de la cama, abrí las dos hojas grandes de la ventana, me senté de un brinco sobre el alféizar, y así, en camisa de dormir, con la cabeza apoyada hacia atrás, por encima de esa pared baja, que tanto reduce el patio, pero que no puede reducir el cielo, me puse a mirar el cielo… ¡Y qué de prisa ruedan las horas, si son horas de contemplación, bebidas en la fuente de una noche tan clara!…