Pulgarcito

Hay muchas personas que no están de acuerdo con esta última circunstancia, y sostienen que Pulgarcito jamás cometió ese robo; que, por cierto, no tuvo ningún escrúpulo en quitarle las botas de siete leguas al ogro porque éste las usaba solamente para perseguir a los niños. Estas personas aseguran saberlo de buena fuente, hasta dicen que por haber estado comiendo y bebiendo en casa del leñador.

Aseguran que cuando Pulgarcito se calzó las botas del ogro, partió a la corte, donde sabía que estaban preocupados por un ejército que se hallaba a doscientas leguas, y por el éxito de una batalla que se había librado. Cuentan que fue a ver al rey y le dijo que si lo deseaba, él le traería noticias del ejército esa misma tarde. El rey le prometió una gruesa cantidad de dinero si cumplía con este cometido.

Pulgarcito trajo las noticias esa misma tarde, y habiéndose dado a conocer por este primer encargo, ganó todo lo que quiso; pues el rey le pagaba generosamente por transmitir sus órdenes al ejército; además, una cantidad de damas le daban lo que él pidiera por traerles noticias de sus amantes, lo que le proporcionaba sus mayores ganancias. Había algunas mujeres que le encargaban cartas para sus maridos, pero le pagaban tan mal y representaba tan poca cosa, que ni se dignaba tomar en cuenta lo que ganaba por ese lado.

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