Cuentos de amor de locura y de muerte

–Si no te dije nada, papá, es porque sé que no te gusta que te hable de eso.

–¡Bah! Como gustarme, puedes, en efecto, ahorrarte el trabajo… Pero quisiera saber en qué estado estás. ¿Vas a esa casa como novio?

–Sí.

–¿Y te reciben formalmente?

–Creo que sí…

El padre lo miró fijamente y tamborileó sobre la mesa.

–¡Está bueno! Muy bien!… Óyeme, porque tengo el deber de mostrarte el camino. ¿Sabes tú bien lo que haces? ¿Has pensado en lo que puede pasar?

–¿Pasar?… ¿Qué?

–Que te cases con esa muchacha. Pero fíjate: ya tienes edad para reflexionar, al menos. ¿Sabes quién es? ¿De dónde viene? ¿Conoces a alguien que sepa qué vida lleva en Montevideo?

–¡Papá!

–¡Sí, qué hacen allá! ¡Bah! No pongas esa cara… No me refiero a tu… novia. Esa es una criatura, y como tal no sabe lo que hace. ¿Pero sabes de qué viven?

–¡No! Ni me importa, porque aunque seas mi padre…

eXTReMe Tracker