Horacio Quiroga, maestro indiscutido del relato latinoamericano, quiso frecuentemente compaginar sus libros con «cuentos de todos los colores»: diversidad de atmósferas, ambientes, temas y aun líneas ficcionales.
Este volumen —reunión de relatos publicados anteriormente en revistas rioplatenses, entre 1906 y 1919— es una buena muestra de ello: se alternan metrópoli (Buenos Aires, París) y medio rural (Misiones, el Paraná), historias románticas de folletín, alegoría, realismo fotográfico, ecos modernistas, e incursiones en lo fantástico, como en el propio cuento que da nombre al libro.