La desigualdad entre los hombres

Empecemos, pues, por rechazar todos los hechos, dado que no se relacionan con la cuestión. No hay que tomar por verdades históricas las investigaciones que puedan emprenderse sobre este asunto, sino solamente por razonamientos hipotéticos y condicionales, más adecuados para esclarecer la naturaleza de las cosas que para demostrar su verdadero origen y parecidos a los que hacen a diario nuestros físicos sobre la formación del mundo. La religión nos ordena creer que, habiendo Dios mismo sacado a los hombres del estado natural inmediatamente después de la creación, son desiguales porque Él ha querido que lo fuesen; pero no nos prohíbe hacer conjeturas derivadas únicamente de la naturaleza del hombre y de los animales que lo rodean acerca de lo que habría sido del género humano si hubiera quedado abandonado a sí mismo. He aquí lo que se me pide y lo que yo me propongo examinar en este DISCURSO. Como esta materia abarca al hombre en general, intentaré emplear un lenguaje adecuado para todas las naciones, o mejor, olvidando los tiempos y los lugares, para pensar tan sólo en los hombres a quienes hablo, supondré hallarme en el Liceo (6) de Atenas repitiendo las lecciones de mis maestros, teniendo por jueces a los Platones y Jenócrates, y al género humano por auditorio.



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