El Corsario Negro

CAPÍTULO XX

EN PERSECUCIÓN DEL GOBERNADOR DE MARACAIBO

Mientras los filibusteros y los bucaneros del Vasco y del Olonés entraban en Maracaibo sin encontrar resistencia y se dedicaban al más desenfrenado saqueo, reservándose ir después a los bosques en busca de los habitantes con objeto de quitarles también lo que hubieran podido salvar, el Corsario Negro y sus cuatro compañeros, después de proveerse de fusiles y de víveres se habían puesto animosamente en persecución del Gobernador.

Apenas salieron de la ciudad se internaron en medio de las grandes espesuras que flanqueaban el amplísimo lago de Maracaibo, tomando un sendero apenas transitable. Según el vengativo catalán, el Gobernador no debía de andar muy lejos.

—¿Lo ve usted? —exclamó el catalán con aire triunfante—. Por aquí ha pasado el Gobernador con su capitán y los siete soldados, uno de los cuales se puso en marcha a pie, pues en el momento de la huida se le cayó el caballo, que se rompió las patas.

—Lo hemos visto —respondió el Corsario. ¿Crees que nos lleven mucha delantera?

—Quizás unas cinco horas.

—Eso es bastante; pero todos somos buenos andarines.

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