El Corsario Negro

CAPÍTULO VI

LA SITUACIÓN DE LOS FILIBUSTEROS SE HACE GRAVE

No transcurrieron diez minutos, cuando ya Carmaux había salido de casa del Notario para ir en busca del negro, al cual vio el Corsario rondar por la calleja.

En tan breve tiempo, el valiente filibustero había logrado transformarse de tal modo, que no le reconocería nadie. Con unos cuantos tijeretazos se recortó la inculta barba y los largos cabellos; se puso un traje español que debía de tener reservado el Notario para los días solemnes, y que le sentaba de un modo admirable, pues ambos eran de la misma estatura.

Vestido de aquel modo, el terrible merodeador del mar podía pasar por un tranquilo y honrado burgués gibraltareño, si no por el Notario mismo. Como hombre prudente, metióse en uno de los comodísimos y amplios bolsillos una pistola, no fiándose enteramente del disfraz.

Así transformado, salió de la casa como si fuera un ciudadano pacífico que va a respirar unas cuantas bocanadas de aire matinal, mirando a lo alto para ver si el alba, que no debía de tardar ya mucho, se decidía a poner en fuga a las tinieblas.

La callejuela estaba desierta; pero el Comandante había visto al negro pocos momentos antes, y este no debía de andar muy lejos.

eXTReMe Tracker