LOS PIRATAS DEL TALAJĂN
La luz de la rama resinosa se filtraba a travĂ©s del tabique de bambĂș y hojas, permitiendo ver la que sucedĂa en la primera estancia, donde habĂan entrado dos hombres medio desnudos, armados de bolos y kriss, y que parecĂan malayos, aunque podĂan ser mindaneses, pues no alcanzaba a distinguirse en aquella semiobscuridad el color de la piel. El pescador los aguardaba armado de un largo pisanlaut, especie de daga agudĂsima. Entre los tres entablaron en voz baja rĂĄpido diĂĄlogo.
âÂżDuermen, orang-kaja? (Orang-kaja significa jefe).
âSĂ, y dos de ellos sobre todo; les he dado opio en el bram; no despertarĂĄn antes de veinticuatro horas.
âÂżY los otros dos?
âUno es una mujer; no nos darĂĄ que hacer; el otro, sĂ; es el mĂĄs vigoroso y el mĂĄs audaz; pero de seguro no querrĂĄ separarse de sus dos compañeros, que no pueden despertar.
âEntonces podemos obrar.
âCon toda confianza. El junco estĂĄ anclado en la boca del rĂo, y dentro de tres horas serĂĄ nuestro.
âÂżEstĂĄ armado?
âNo tiene mĂĄs que un cañón y quince tripulantes.