Sandokan el Rey del Mar

-Vaya usted, señor teniente: el capitán está ahí -dijo uno de los dayakos -. ¿Doy alojamiento a los hombres que le acompañan?

-Por ahora, no; déjalos en el patio,

Envainó de nuevo el sable, aseguró las pistolas en la faja, cambió una rápida mirada con Sambigliong, y, aparentando una calma suprema, entró en el saloncito, iluminado por una linterna china de papel pintado al óleo. Delante de una mesa ricamente servida se encontraban tres personas: un capitán de marina, Tremal-Naik y Damna.










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