Esta amistad yo la utilizo para comprar su favor: la quiere, bien; si la rechaza, adiós. Por Dios, le suplico que no me engañe.
SHAKESPEARE: El mercader de Venecia.
Mientras el peregrino, ayudado por la luz de una antorcha que sostenÃa un criado, se adentraba en la intrincada red de pasadizos que establecÃan comunicación entre las diferentes estancias de la irregular mansión, se le acercó el copero. Éste le insinuó al oÃdo si no tendrÃa inconveniente en aceptar una copa de buena cerveza en su propio aposento, ya que muchos de la servidumbre ardÃan en deseos de oÃr las nuevas de Tierra Santa, especialmente las concernientes al caballero Ivanhoe. De pronto apareció Wamba apoyando la proposición y haciendo notar que una copa después de medianoche valÃa por tres tomadas antes del toque de queda. Sin discutir una aseveración defendida por un entendido de tanta categorÃa, el peregrino declinó cortésmente la invitación añadiendo que sus votos le prohibÃan tratar en privado aquellas cuestiones que no se podÃan hablar en público.
—Estos votos —dijo Wamba al copero— les hacen una mala faena a los criados.
El copero se encogió de hombros con displicencia.