En el centro una mujer que, por su porte majestuoso, era una reina soberana. ……………………………………………………………………………………………… A todas sobrepasa por su belleza y su atuendo era tan noble como su mismo gesto; ceñÃa una corona de oro, sin pompa, sencilla, pero rica en su misma sencillez. Llevaba en su mano una rama de agnocasto que era el sÃmbolo de su soberanÃa.
JOHN DRYDEN: La flor y la hoja.