Ordenados con ruda magnificencia, desplegaban la pompa de sus heroicos juegos al igual que la antigua caballerÃa; habÃa jefes con grandes penachos y elegantes damas, convocados al toque del clarÃn en el pórtico del castillo.
THOMAS WARTON, El joven: Observaciones a «Reina de las Hadas» de Spenser.
El prÃncipe Juan escogió el castillo de Ashby para organizar su gran banquete. No se trata del mismo edificio cuyas ruinas solariegas todavÃa hoy extasÃan al viajero y que fue edificado algo más tarde por lord Hastings, primer chambelán de Inglaterra y una de las primeras vÃctimas de la tiranÃa de Ricardo III, mucho más conocido como protagonista de un drama de Shakespeare que por su huella en la historia. El castillo y la villa de Ashby pertenecÃan por aquel entonces a Roger de Quincy, conde Winchester, el cual durante el perÃodo en que se desarrolla nuestra historia se encontraba en Tierra Santa. Aprovechando las circunstancias, el prÃncipe Juan ocupó su castillo y dispuso de sus dominios sin ningún escrúpulo. Queriendo en aquella ocasión asombrar a todos con su hospitalidad y magnificencia, habÃa dado órdenes para que se llevaran a cabo grandes preparativos con objeto de que el banquete fuera lo más espléndido posible.