Ivanhoe

Jamás una araña se tomó tanto trabajo en reparar los maltrechos hilos de su red que el que le llevó a Waldemar Fitzurse reunir y poner de acuerdo a los diseminados miembros del clan del príncipe Juan. Unos pocos le seguían por inclinación personal y ninguno lo hacía por afecto. Por esto se hacía preciso que Fitzurse les ofreciera un panorama de nuevas ventajas y se las recordara a los que ya las estaban gozando. A los jóvenes y disolutos nobles les ofreció la impunidad para sus actos licenciosos y deshonestos; ofreció mayor poder a los ambiciosos y a los interesados medios para aumentar su riqueza y extender sus dominios. Los jefes de los mercenarios recibieron un donativo en oro, siendo éste el más persuasivo argumento y sin el cual los restantes hubieran sido ineficaces. Este activo agente, Fitzurse, distribuyó liberalmente más promesas de dinero y, en verdad, nada de lo que pudiera contribuir a convencer a los indecisos o infundir valor a los desanimados le pasó por alto. Habló del regreso del rey Ricardo como de algo fuera de los límites de lo posible, aunque tuvo que añadir, al observar miradas de duda y obtener recelosas contestaciones de sus interlocutores, puesto que era el suceso que más temían, que de suceder tal acontecimiento no podría de ningún modo alterar sus cálculos políticos.


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