Ivanhoe

Buen compañero, te concedo un año o dos para recorrer Europa desde Bizancio a España; pero, aunque busques hasta cansarte, no has de encontrar hombre tan feliz como el Fraile Descalzo.

El caballero gana la fama por su dama y los romanceros le cantan mientras descansa su lanza. A toda prisa le confieso. No le regatea comodidades a los deseos el Fraile Descalzo a su dama.

¿Ser rey? ¡Bah! Se sabe de muchos príncipes que han cambiado sus ropajes por nuestros hábitos, pero, ¿cuál de nosotros ha sentido alguna vez el deseo frívolo de cambiar por una corona la caperuza gris de un fraile?

El fraile ha viajado y dondequiera que ha ido, para él han sido la tierra y sus mejores productos. Puede entretenerse si le place y para si cansado se siente, porque cualquier hogar es el del Fraile Descalzo.

Se le espera a mediodía, y nadie hasta que llegue ha de osar profanar a su silla frailuna. Y la mejor comida y el sitio junto al fuego constituyen el innegable derecho del Fraile Descalzo.

Se le espera de noche y se calienta un pastel, se escancia la cerveza negra y se llenan las jarras oscuras y la buena esposa quiere que el buen varón descanse ya que está acostumbrado a blandas almohadas, el Fraile Descalzo.

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