Ivanhoe

—Que ruja cuanto quiera —dijo el fraile—; un solo latigazo de mi cordón le hará rugir más fuerte que lo que rugió san Dunstan[9] bajo su propio flagelo. Nunca temí al hombre y mucho menos al diablo y su cohorte. Con san Dunstan, san Dubric, san Winibald, san Winifred, san Swibert, san Willick y sin olvidar mis escasos pobres méritos propios, me bastan para desafiar a cualquier diablo de cola corta o larga. De todos modos, os voy a confiar un secreto. Nunca trato de estos asuntos antes de mis rezos matutinos.

Entonces cambió de conversación; rápidamente creció el regocijo de los dos juerguistas e intercambiaron más de una canción, hasta que sus bromas fueron interrumpidas por unos fuertes golpes descargados en la puerta de la ermita.

Solamente podemos explicar el motivo de dicha interrupción reanudando el relato de las aventuras de otro de nuestros personajes, porque, imitando al viejo Ariosto, no podemos acompañar continuamente a cada protagonista de nuestro drama.




eXTReMe Tracker