Ivanhoe

XIX

Aparece una formación de hombres armados que escoltan, por las palabras escuchadas, a alguna noble dama. Cabalgan para encontrar el abrigo y descanso a sus jornadas, allá en alguna torre almenada.

ORRA: Una tragedia.

Los caminantes habían alcanzado el extremo de un terreno boscoso y se disponían a penetrar en su espeso laberinto, considerado por aquellos tiempos como muy peligroso debido al gran número de bandidos que ocupaban las selvas, y a los que tanto la pobreza como las injusticias habían puesto al borde de la desesperación. Las cuadrillas eran tan numerosas que les resultaba fácil desafiar a la débil policía de la época. Cedric y Athelstane, de todos modos, se consideraban a salvo de los fuera de la ley, pese a que hubiera anochecido, pues disponían de diez criados a su servicio, además de Wamba y Gurth, con los que no se podía contar, siendo bufón el uno y prisionero el otro. Cabe añadir que tanto Cedric como Athelstane confiaban más en su condición y rango que en su valor. Los bandidos, a quienes la severidad de las leyes de caza habían reducido a un desesperado modo de vida, en su mayoría eran campesinos y monteros de ascendencia sajona; por lo general respetaban las personas y propiedades de sus compatriotas.

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