Aparece una formación de hombres armados que escoltan, por las palabras escuchadas, a alguna noble dama. Cabalgan para encontrar el abrigo y descanso a sus jornadas, allá en alguna torre almenada.
ORRA: Una tragedia.
Los caminantes habÃan alcanzado el extremo de un terreno boscoso y se disponÃan a penetrar en su espeso laberinto, considerado por aquellos tiempos como muy peligroso debido al gran número de bandidos que ocupaban las selvas, y a los que tanto la pobreza como las injusticias habÃan puesto al borde de la desesperación. Las cuadrillas eran tan numerosas que les resultaba fácil desafiar a la débil policÃa de la época. Cedric y Athelstane, de todos modos, se consideraban a salvo de los fuera de la ley, pese a que hubiera anochecido, pues disponÃan de diez criados a su servicio, además de Wamba y Gurth, con los que no se podÃa contar, siendo bufón el uno y prisionero el otro. Cabe añadir que tanto Cedric como Athelstane confiaban más en su condición y rango que en su valor. Los bandidos, a quienes la severidad de las leyes de caza habÃan reducido a un desesperado modo de vida, en su mayorÃa eran campesinos y monteros de ascendencia sajona; por lo general respetaban las personas y propiedades de sus compatriotas.