—Con seis hombres y buenas esperanzas de botÃn, si quiere san Nicolás.
—Has hablado devotamente —dijo Locksley—. ¿Y dónde está Allan-a-Dale?
—Paseando por el callejón de Watling, vigilando al prior de Jorvaulx.
—También muy bien pensado —replicó el capitán—, ¿y dónde está el fraile?
—En su celda.
—Allà me dirijo —dijo Locksley—. Dispersaos y buscad a vuestros compañeros. Reunid a cuantos podáis porque hay caza que anda suelta y debe ser apresada y acosada sin descanso. Nos encontraremos en este mismo sitio al romper el dÃa. ¡Un momento! —añadió—: Se me olvida lo más importante. Dos de vosotros marchad sin tardanza a Torquilstone, el castillo de Front-de-Boeuf. Una banda de presumidos, que se han disfrazado como nosotros, se encaminan hacia aquel lugar con algunos prisioneros. Debéis vigilarlos de cerca, porque aunque consigan llegar al castillo antes de que podamos reunir suficientes fuerzas, nuestro honor está comprometido y debemos castigarles, encontrando los medios para hacerlo. Por lo tanto, no les perdáis de vista y despachad al camarada de pies más ligeros para que haga correr la voz.