A pesar de la débil resistencia del anciano, los sarracenos le despojaron de su túnica con facilidad y procedÃan a desnudarle cuando el sonido de un cuerno resonó por tres veces en el castillo, penetró incluso en los recovecos de la apartada celda e inmediatamente después se oyeron fuertes voces reclamando a sir Reginald Front-de-Boeuf. No deseando ser hallado en tan diabólica ocupación, el salvaje barón hizo una señal para que los esclavos devolvieran la túnica a Isaac, y, abandonando la mazmorra con sus acompañantes, dejó al judÃo dando gracias a Dios por su liberación y lamentando el cautiverio de su hija y la suerte que probablemente habrÃa corrido. Y al meditar sobre todo ello tuvo que apelar a toda la fuerza de sus sentimientos personales y paternales.