Ivanhoe

Otro ejemplo de los amargos frutos de la conquista, y quizá el más duro de los que puedan citarse, es el que hace referencia a la emperatriz Matilde. Ella, aunque hija del rey de Escocia, después reina de Inglaterra y emperatriz de Alemania, hija, esposa y madre de monarcas, se vio obligada, durante su primera estancia en Inglaterra con el objeto de completar sus estudios, a vestir el velo de monja como única solución para escapar a la licenciosa persecución de los nobles normandos. Ésta fue la razón que expresó ante un gran consejo del clero de Inglaterra. La asamblea de clérigos admitió la validez de la alegación y la evidencia de las circunstancias en que se fundaba, dando de este modo un notable e indudable testimonio de la existencia de las desgraciadas costumbres licenciosas que en la época se estilaban. Era de dominio público, se decía, que después de la conquista del rey Guillermo, sus partidarios normandos, desbordados por la importancia de la victoria, no reconocieron más leyes que las de su propio y condenable placer. No sólo despojaban a los sajones de sus tierras y de sus bienes, sino que mancillaban el honor de sus esposas y de sus hijas con la más desbocada depravación. De ahí que fuera común que las matronas y doncellas adoptaran el velo y se refugiaran en los conventos, no llamadas por la vocación religiosa, sino únicamente para preservar su honor contra la desatada malicia de los hombres.

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