Como nunca lo vi en la vida, me fue presentado un maldito retazo de indescifrable escritura.
OLIVER GOLDSMITH: Rendida al conquistador.
Cuando el templario llegó a la sala, se encontró con De Bracy.
—Supongo que vuestros quehaceres amorosos habrán sido interrumpidos al igual que los mÃos debido a la intempestiva llamada —dijo De Bracy—. Sin embargo, habéis tardado y no creo equivocarme al decir que habéis acudido de mala gana. Por eso deduzco que vuestra entrevista ha resultado más agradable que la mÃa.
—¿No alcanzó el éxito vuestro galanteo con la heredera sajona?
—Por los huesos de Tomás Becket —contestó De Bracy—, sospecho que lady Rowena intuyó que no puedo soportar las lágrimas femeninas.
—¡Vamos! —contestó el templario—. ¡Un capitán de mercenarios que se enternece por las lágrimas de una mujer! Unas gotas derramadas sobre la antorcha del amor permiten que la llama brille con más fuerza.