¡Infeliz! Dime, ¿qué puedes tú contarme, sino pecado, violencia y tristeza? Aquellas hazañas que puedas relatarme ya las conozco. Pero cuéntalas, cuéntalas. ………………………………… Yo tengo pesares de otra Ãndole, una turbación y una tristeza más cruel. Permite que te narre, tus oÃdos atentos a mis ruegos, que si no puedes ayudarme en mi ánimo, espero saberme comprendido.
CRABBE: Sala de Justicia.
Cuando Urfried hubo conseguido, con sus gritos y amenazas, que Rebeca regresara a la habitación que habÃa abandonado, se dispuso a conducir a Cedric a una pequeña recámara. Una vez dentro, aseguró la puerta con todo cuidado. Después, cogiendo de una alacena una jarra de vino y dos cazos, los colocó sobre la mesa y dijo con un tono que más era una afirmación que una pregunta: