Ivanhoe

XXXVIII

Arrojo mi prenda para probar, hasta el punto extremo, en ti la marcial osadía.

SHAKESPEARE: Ricardo II.

Incluso el mismo Lucas de Beaumanoir quedó impresionado por el porte y aspecto de Rebeca. Por naturaleza, no era hombre cruel ni severo, pero sus pasiones eran frías, y con un alto aunque equivocado sentido del deber, su corazón se había endurecido progresivamente debido a la vida ascética que llevaba, así como por el supremo poder de que gozaba y la supuesta obligación de someter a los infieles y destruir la herejía que él consideraba de su especial incumbencia. Sus facciones cedieron en su habitual severidad y se tornaron algo más suaves al contemplar a la criatura que estaba ante él, sola, sin amigos y defendiéndose a sí misma con tanto ingenio y firmeza. Se santiguó dos veces como si dudara en desterrar la ternura que empezaba a invadir su corazón, que en tales ocasiones solía tener la dureza del acero de su espada. Al final habló:


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