Ivanhoe

Y así se despidió afectuosamente de Ivanhoe, que expresó ardientes deseos de acompañar a su libertador. Pero el Caballero Negro no quiso ni escucharle.

—Descansa en este día; necesitarás todas tus fuerzas para viajar mañana. No llevaré más guía conmigo que el honrado Wamba, el cual, según el humor en que me encuentre, tanto puede hacer de clérigo como de bufón.

—Y yo —dijo Wamba—, estaré de todo corazón a vuestro servicio. Me gustaría asistir al banquete funerario en honor de Athelstane porque, si no es abundante y generoso, es capaz de salir de la tumba para regañar al cocinero, al mayordomo y al copero, cosa que sería digna de ver. Y además, señor caballero, en caso de que el ingenio me faltara, vuestro valor me serviría de excusa ante Cedric.

—Y ¿cómo podría salir adelante mi valor, señor bufón, cuando tu ligero ingenio fallase? Aclárame eso —dijo el caballero.




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