Pero como habÃa soltado la mano de ella al observar por primera vez que Ivanhoe habÃa desaparecido, Rowena, que consideraba muy embarazosa su situación, aprovechó la oportunidad para abandonar también el aposento.
—Ciertamente —dijo Athelstane—, que las mujeres son los animales menos de fiar, a excepción de los monjes y los abades. Soy un infiel si digo que no esperaba su agradecimiento y, quizá, un beso de propina. Este maldito sudario seguramente tiene un extraño hechizo. Todos huyen de mÃ. A vos me dirijo, noble rey Ricardo, con los votos de pleitesÃa que como vasallo…
Pero el rey Ricardo también habÃa salido y nadie sabÃa adonde habÃa ido. Al cabo de un rato se supo que habÃa corrido al patio, habÃa requerido la presencia del judÃo que antes habÃa hablado con Ivanhoe y, después de conversar con él por algún tiempo, habÃa saltado sobre el corcel y obligado al judÃo a montar otro, y habÃa salido a tal velocidad que, según dijo Wamba, no se podÃa dar ni un penique por el cuello del judÃo.