El Rey Lear

ESCENA I

Palacio del rey Lear

Entran el CONDE de KENT, el CONDE de GLOUCESTER y EDMUNDO.

EL CONDE DE KENT.—Siempre creí al rey más inclinado al duque de Albania que al duque de Cornualles.

EL CONDE DE GLOUCESTER.—Lo mismo creíamos todos; pero hoy, en el reparto que acaba de hacer entre los de su reino, ya no es posible afirmar a cual de los dos duques prefiere. Ambos lotes se equilibran tanto, que el más escrupuloso examen no alcanzaría a distinguir elección ni preferencia.

EL CONDE DE KENT.—¿No es ése vuestro hijo, milord?

EL CONDE DE GLOUCESTER.—Su educación ha corrido a mi cargo, y tantas veces me he avergonzado de reconocerle que al fin mi frente, trocada en bronce, no se tiñe ya de rubor.

EL CONDE DE KENT.—No os entiendo.

EL CONDE DE GLOUCESTER.—Su madre me entendería mejor; por haberme entendido demasiado, vio un hijo en su cuna, antes que un esposo en su lecho. ¿Comprendéis, ahora, su falta?

EL CONDE DE KENT.—No quisiera yo que esa falta hubiese dejado de cometerse, pues produjo tan bello fruto.

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